jueves, 23 de enero de 2014

2013: el año de la literatura en las redes sociales

Lo llaman el año de los "selfies", pero yo creo que fue el año de la literatura: el año en el que mis amigos escritores entraron a Facebook a promocionar sus libros. El oficio de escritor implica con frecuencia largas temporadas de aislamiento. Ya nos advertía Patricio Pron, en su blog, de la insensatez que significa creer que un escritor es algo más que alguien que escribe libros.

Ciudad_en_la_noche
Conectados en la distancia con la comunidad de origen.

Como tengo mis raíces allá lejos por el sur y los afectos andan desparramados por el mundo, las redes sociales –los foros- han sido una bendición. Viajeros, curiosos, estudiantes, buscadores de fortuna o diplomáticos. Vemos que emigrantes de cualquier casta o condición, se hagan o no del sitio al que llegan, abrazan cada nueva tecnología con convicción para mantener el vínculo con su comunidad de origen.

En el plano profesional, ya en la década de los ‘90 y antes de que en España oyéramos hablar de Internet, te podías suscribir a las listas de distribución de rediris que gestionaba Fundesco. Eran comunidades temáticas muy específicas integradas por investigadores y universitarios. Después, en 1998, llegaron los foros de discusión como los del Centro Virtual Cervantes, entre ellos el foro de la lengua, al que acudíamos a resolver dudas antes de que existiese la Fundéu. Con la llegada del nuevo milenio, por fin, comenzó la popularización de Internet.

Puestos a ofrecer una clasificación, diría que 1995-2000 para mí fueron años de descubrimiento: la posibilidad de conectar con personas de intereses similares, de mantenerme al día sobre los avances en información y comunicación y de poder aplicarlos en la empresa, ya que las experiencias se compartían, paso a paso.

2001-2005 fueron indudablemente los años de la familia: mi hermano nos abrió un foro, aprendimos a subir fotos y vimos crecer a una nueva generación de primos y sobrinos en la seguridad de una comunidad privada. Descubrimos que la comunicación por escrito es parca aunque la acompañes de emoticonos y que las frases escritas tienen la dudosa cualidad de repiquetear en la cabeza, aunque recurras al teléfono y te expliques, pidas disculpa, matices. Mas tarde llegaron las redes generalistas, pero para entonces ya disponíamos cada uno de un máster en comunidades y ordenadores y de a poco la conversación se trasladó a Facebook.

Llegan las bitácoras

Tras los foros llegaron las bitácoras (los blogs). En otoño de 2005, Sara Cantó llegó a la tertulia literaria y nos propuso comenzar un proyecto conjunto, para crecer. Almudena Montero estaba siendo un fenómeno editorial con “Mi vida perra. Diario de una treintañera cualquiera”, la publicación de su blog en formato libro por editorial Aguilar y todo parecía posible. Alimentar un blog entre varios es relativamente sencillo y nos mantendría en contacto entre cita y cita, cada mes. Además, nuestra actividad quedaría reflejada y nos permitía darnos a conocer al mundo. Regresé a casa y abrí elbarandal, el blog de la Tertulia, que mantuvimos activo durante cinco años. En 2010, por fin, abrí mi propio blog, más como estrategia de agrupar textos, herramientas y fuentes de información que como una propuesta clara de difusión de imagen personal.

El boom de las redes sociales

CiudadesConectadas
Las redes sociales invadieron el campo empresarial.
Paralelamente en Estados Unidos las redes sociales invadían el campo empresarial. Un buen día descubro que mis compañeros de Telefónica no solo están en Facebook sino que se conectan desde la oficina y nadie les dice nada, porque le están buscando rendimiento. Desde la universidad, Antonio Rodríguez de las Heras me envía una invitación a Twitter,“una red de microblogging para contar en muy pocas palabras a tus amigos lo que haces en cada momento”. A quién le puede interesar eso, pienso, todo el día conectado, aunque la pruebo y sólo le encuentro utilidad cuando mis colegas ingenieros me la instalan en el móvil y nos lanzamos a tuitear conferencias, quedamos para comer a través de los checkins en Foursquare y sorteamos la dispersión interna de la compañía compartiendo información en Yammer. Luego, Álvarez Pallete, entonces presidente de Telefónica Latinoamérica hace un panegírico sobre el conocimiento abierto y promueve la Wiki Telefónica Latam; nuestro grupo Somos Azules recibe el Premio Cultura Bravo! para emprendedores internos y de la noche a la mañana me encuentro formando parte del equipo internacional de líderes 2.0. de la empresa.

Resumiendo, los años 2008-2010, los de las redes sociales, para mí son los años de la tecnología. Aparecieron los teléfonos inteligentes y el sistema android, estas aplicaciones recién salían de laboratorios y universidades y todo estaba por hacer.

Los años siguientes pertenecen a la teoría. A la sistematización y diferenciación de las redes: hay multitud. Generalistas, verticales, de innovación, de pago, gratuitas. Cada una tiene sus adeptos, lo que funciona en una no tiene por qué ser efectivo en las demás. Ha sido una época de búsqueda de referentes en el campo de la comunicación, de compartir ideas, experiencias y sobre todo de construcción de identidad profesional.

Pero más allá de toda estadística, 2013 para mi es el año de la literatura en las redes sociales. Es el año en el que mis amigos escritores que publicaron libros, entraron en Facebook para promocionarlos. Antes ya estábamos unos pocos, sí. Alfred Besora se había embarcado con el duque en la red, Ana Pérez Cañamares nos regalaba poemas, estaba Ignacio Fernández con Literaturas.com y Clara Obligado ya había construido el hueco para los talleres creativos, igual que Fuentetaja Literaria. Gonzalo Garrido promocionaba “Las flores de Baudelaire” en Twitter y JavierCelaya lo investigaba todo en el campo de la edición y nos mostraba el rumbo.

¿Que fue el año de los selfies? No os dejéis engañar: lo dicen porque a Obama lo pillaron haciendo más llevadero el funeral de Mandela haciéndose una autofoto con la primera ministra danesa y con David Cameron, porque los autorretratos se vienen haciendo desde que existen los móviles con cámaras. Los adolescentes juegan a sentirse interesantes y las chicas a ser más delgadas por el efecto óptico del plano inclinado.

Por mi parte y cerrando el círculo, cuando entro en Facebook vuelvo a sentirme en familia. Disfruto del microblogging enterándome de que una colega ha terminado el borrador de su novela, envío ánimos a quien se declara atascado, compartimos convocatorias. Se trata, simplemente, de una comunidad conectada. Y es que las redes sociales solo tienen sentido si las utiliza tu tribu, tu comunidad. También puedes entrar solo, ser un gurú y crearla o unirte a otras comunidades que ya existen, sí. Pero cuando de verdad le sacas rendimiento es cuando tu entorno la integra en el día a día.

Relacionado: 5 características de las comunidades digitales que funcionan

Nota: las personas y experiencias que menciono son sólo una muestra. Son muchísimas las personas con las que he compartido todo este tiempo y estoy feliz de seguir haciéndolo. Imposible mencionarlos a todos.

© imágenes: 123 RF Limited, colaboradores o asociados.

miércoles, 22 de enero de 2014

5 características de las comunidades digitales que funcionan

Las redes sociales y las comunidades digitales sólo tienen sentido cuando sus integrantes las sienten suyas y participan activamente. Aquí tienes cinco características a tener en cuenta para que una comunidad digital funcione sobre ruedas.


PersonasActivas
Preferimos las comunidades más activas, sencillas y de calidad.

  • Comunicación: teniendo en cuenta que en una conversación cara a cara, 60-70% de la comunicación corresponde a comunicación no verbal, al participar en un foro es importante cuidar el lenguaje. Desconocemos las circunstancias que rodean a quien nos lee, no todos tenemos el mismo sentido del humor y la tolerancia a las críticas varía de una persona a otra. Cada comunidad tiene sus propias normas. Es fundamental cumplirlas y si estás alterado, deja reposar tu escrito y vete a dar una vuelta antes de publicarlo.
 
    • Participación: el interés en una comunidad es fluctuante. El acceso de nuevos usuarios a las redes sociales o a una comunidad concreta sigue siempre un perfil similar: primero observa, luego rellena su perfil y comienza a participar tímidamente. Obtiene respuesta y eso lo anima. Se siente agradecido, se entusiasma y es pródigo compartiendo información y participando en los debates que se le proponen. Luego el entusiasmo decae y dosifica su esfuerzo: un usuario experimentado es selectivo y participa sólo en debates y/o grupos señalados. Cuando pasa la novedad y no encuentra motivos para participar, se marcha.
      
    • Contenidos: accedemos a las redes sociales mientras nos son útiles. Si varias redes cumplen una misma función, terminaremos decantándonos por una de ellas: la más sencilla de utilizar, la que sea más activa o la que se distinga por la calidad de las contribuciones.
      
      • Compromiso (engagement): Para mantener el interés de los usuarios en una comunidad hay que ser generoso: ofrecer lo que ellos van a buscar, no lo que nosotros queremos vender. No están allí para “conversar”, busca el motivo que los une y asegúrate de responder a esa necesidad.
         
        • Interconexión: una comunidad aislada está condenada al fracaso. Lo que nos mueve a participar en una comunidad es la afinidad con las demás personas del grupo y, como norma general, nada nos ata. Esto implica autogestión, transparencia, voluntad de sumar esfuerzos. La misma confianza que se muestra a la hora de aportar conocimiento es la que se pide para compartirlo hacia fuera de la comunidad. Además, interactuando en las redes sociales es como más provecho obtendremos, generando inteligencia colectiva. Después de todo, hace tiempo ya que la reputación se mide menos por lo que sabes que por lo que compartes.

        © imagen: 123 RF Limited, colaboradores o asociados.