martes, 29 de noviembre de 2011

No sé si soy un pájaro o un gran canto

   Vivo mi vida en círculos concéntricos sobre
las cosas extendidas (...). El último quizá llenar
no pueda.
   No sé si soy un pájaro o un gran canto.

Rainer Maria Rilke, El libro de las horas



Con esta cita da comienzo El libro de los viajes equivocados, de Clara Obligado. Tuve la oportunidad de asistir el viernes, 25 de noviembre, a la fiesta que organizó Páginas de Espuma para presentar el libro en esa librería tan acogedora que está en Malasaña: Tipos Infames. Para seguir en la línea, como  todas las convocatorias de Clara fue un caos alborotado de encuentros con amigos, practicantes casi todos de este vicio declarado que es la escritura.

Dejo la primera frase de los viajes equivocados para induciros a su lectura:

"Comencé a escribir este libro en mi libro anterior, cuando me preguntaba por el sentido del destierro".

martes, 18 de octubre de 2011

Garabatos de fuego

Tomas Tranströmer


En los meses sombríos centelleaba mi vida
               solo cuando hacía el amor contigo. 
Como el cocuyo se enciende y apaga, se enciende y apaga
     – uno puede seguir su camino de a ráfagas 
en la oscuridad de la noche, entre los olivos. 
En los meses sombríos el alma estuvo hundida 
                       y sin vida
pero el cuerpo iba derecho a ti. 
Mugía el cielo nocturno. 
Nosotros ordenábamos a escondidas el cosmos y 
                  sobrevivíamos.

(Premio Nobel de Literatura 2011)

sábado, 8 de octubre de 2011

El oficio del entrevistador

En su artículo de hoy en Babelia (Un teatro para el diálogo), Rosa Montero nos habla del oficio del entrevistador. Más allá de la ética profesional, entendida como no falsear la realidad ni poner en boca del entrevistado frases que no ha dicho, una entrevista es parte teatro y parte ficción narrativa, nos dice, donde entran en juego la personalidad del personaje (dosis de orgullo, timidez, sentido del humor) y la capacidad del periodista para crear un ambiente de confianza tal que el entrevistado se abra y la conversación fluya, ofreciendo la información que buscamos.

Esta información la encontramos no sólo en las palabras. Hay que utilizar la psicología, saber oir sin juzgar, leer poses, miradas, gestos, titubeos. Está en el reportero unir todos los elementos, igual que lo hacemos en la construcción de un personaje de ficción, y trabajarlos para ofrecer una semblanza auténtica.

La propuesta de Rosa Montero me resulta especialmente atractiva ya que une dos mundos entre los que, al igual que ella, me muevo constantemente: el periodismo (la comunicación) y la literatura.

viernes, 2 de septiembre de 2011

La función del arte/1

Eduardo Galeano

   El pastor Miguel Brun me contó que hace algunos años estuvo con los indios del Chaco paraguayo. Él formaba parte de una misión evangelizadora. Los misioneros visitaron a un cacique que tenía prestigio de muy sabio. El cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear la propaganda religiosa que le leyeron en lengua de los indios. Cuando la lectura terminó, los misioneros se quedaron esperando.
   El cacique se tomó su tiempo. Después, opinó:
   - Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien.
   y Sentenció:
   - Pero rasca donde no pica.

(El libro de los abrazos)

miércoles, 24 de agosto de 2011

Me basta así

Ángel González


Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor,
y tu manera
de sonreir,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-,
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).

lunes, 4 de julio de 2011

Lo llamo, pero no responde

Hoy huele a Fiesta Patria, pero no lo es. Fechas bailadas. Otra vez en Bruselas. De mañana, disfrutando del jardín y la terraza. Trinan los pájaros carpinteros y acaba de pasar un avión que rompió el encanto.

El jardín es ahora mitad huerta: rosales salpicados de tomateras y la planta de calabaza arrastrándose a tus pies. Niños, muchos niños. Gritan. Se alborotan -te alborotan-. 

Ayer por el Chatelain entre terrazas a pie de calle. Un camión disparaba humo negro a tus pulmones. Miro para otro lado. La camarera rolliza ¿alemana? sirve cervezas. Me trae una ensalada obra de arte. El plato compartimentado por diferentes colores. Ensalada variopinta, sabrosa, sana.

Un gato por el sendero. No entra al jardín. Solo lo veo de refilón a través de las rejas. No para, sigue de largo. En esa zona del jardín ya da el sol, pero yo estoy a la sombra y el gato pasea bajo los árboles. Ahora vuelve. Lo acabo de ver pasar. Lo llamo pero no responde. Es pequeño y regordete y se da un aire a mi Marcelo.

(25/07/2005)

miércoles, 30 de marzo de 2011

Domingos de guardar

Estos domingos de guardar, que llaman a quedarte en casa pero sales y cuando vas conduciendo sientes a los árboles perder sus hojas. Caen en remolino, o como lluvia marrón que roza la calle y los coches las estrujan sin contemplación. Ellas quebradas, inertes, polvo ya entre hilachas y cortezas.

Estos domingos de guardar pero no, en que te resistes, te lanzas a la calle y deambulas de aquí para allá con la bufanda hasta los ojos, guardando el vaho. El tuyo, propio y húmedo entre la lana.

(15/12/2010)

domingo, 6 de marzo de 2011

Tristeza infinita

A mi padre
A mis primos

Un mundo sin palabras. Sólo miradas y el tacto húmedo del abrazo que te encierra en ese intento vano de arrancarte del aquí y ahora. No pienso, luego no está ocurriendo. Sólo esta nausea al acecho que se empeña en regresar.

Ni acicalándote con uñas en rojo bermellón, ni el rosario enredado entre tus dedos, ni tantos besos amontonados pudieron retenerte. Ni el recuerdo de las pócimas vertidas entonces sobre un campito de jugar al fútbol, ni esa muñeca de niña destripada en el pasado, compensan ni alivian esta tristeza que hoy me invade al conducir un padre nublado a mi derecha, tu delante entre esas flores. Pájaro ido. Adiós tu risa, tan sola y última, por las carreteras del Henares.

In memoriam. Marta Susana Dragoevich (30/01/1957- 24/01/2011)